¡HOLA! ¿Cómo estáis?

Hoy os traigo un post sobre el viaje que hice del 3 al 5 de septiembre, a Parma. Volví el día 2 de Estocolmo y a la mañana siguiente ya volvía a estar en el aeropuerto, ya que fue un viaje súper de última hora que hice para reunirme con mis amigos de Valencia, los cuales también están de Erasmus. En mi caso, tuve que hacer Budapest-Bolonia y de Bolonia llegar a Parma en tren, que era donde está de Erasmus una de mis amigas. La ida fue absolutamente caótica, con un retraso del avión de 7h que me hizo perder básicamente todo el primer día. Sin embargo, recuerdo el viaje en sí con mucho cariño, además de ser el primero que hacía totalmente sola. Creo que este tipo de experiencias son las que más me van a hacer aprender a lo largo del Erasmus, y me gustó muchísimo el hecho de ir sola y tener que ser más resolutiva todavía que de costumbre. Lo que es Parma se ve bastante rápido, por lo que el segundo día decidimos madrugar e ir a Cinque Terre, cinco pueblos situados en la provincia de La Spezia, de los cuales os vengo a hablar hoy.

Para ir de un pueblo a otro, es necesario coger el tren, el cual es lo que hace que visitar Cinque Terre sea caro. Hay un bono que vale 20€ y permite ir de pueblo a pueblo tantas veces como se quiera o si se van cogiendo los viajes individualmente el precio es de 5€/viaje. Sin embargo, una vez estando allí lo lógico es visitar todos los pueblos, por lo que vale la pena invertir en los viajes en tren. 

Cinque Terre está compuesto por Riomaggiore, Vernazza, Monterosso al Mare, Corniglia y Manarola. Empiezo a enseñaros cada uno de ellos.

Fue el primer pueblo que visitamos y nos encantó. Aunque era todavía pronto y no había salido el sol, ya se apreciaba lo bonito que era con las casas de colores y el mar delante de ellas. En mi opinión y junto con Manarola, fue de los pueblos que más me gustó. 

Este pueblo también nos gustó mucho pero estaba mucho más lleno de turistas que el resto, por lo que no nos resultó tan tranquilo. No obstante y al igual que el resto, también tiene mucho encanto. 

Este tercer pueblo sí que se diferenciaba más del resto por no tener las típicas casas de colores como los dos anteriores que os he enseñado. La playa estaba bastante llena de gente porque la verdad es que hizo un tiempo de verano ese día, y volver a ver el mar me hizo darme cuenta de lo mucho que lo echaba de menos.

Personalmente fue el que menos me gustó porque había que subir muchísimas escaleras, en el momento de subirlas hacía mucho calor y las vistas desde arriba no eran mucho mejores que desde abajo antes de subir las escaleras. Me pareció el más turístico en cuánto a que en el pueblo en sí lo que más había eran restaurantes y tiendas de souvenirs, más que casas como tal.

Este pueblo lo visitamos por el día y por la tarde-noche fue el que elegimos para ver el atardecer. Me pareció precioso y tuvimos la suerte de ver un atardecer que recordaré siempre. Ver atardecer es uno de mis planes preferidos, y poder hacerlo con mis amigos, en Italia y con esas vistas me hizo realmente feliz. 

Aunque todos los pueblos se parecen bastante entre sí, es una escapada que recomendaría hacer al 100%. Se pueden ver todos perfectamente en un día, ya que son bastante pequeños y casi todos tienen la típica vista de las fotos, muchos restaurantes, tiendas de souvenirs y algún monumento característico como una iglesia, estatuas o fuentes. 

¿Os ha gustado este post? ¿Conocíais Cinque Terre? Yo es un destino que recordaré para siempre porque fueron unos días en los que me sentí muy afortunada, además de que me hicieron volver a Budapest con las pilas todavía más cargadas 💚

¡Os leo!

Feliz domingo